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Este post es corto, denso en potencial transformador, tan transformador como doloroso.
Lo sé porque lo he sufrido y sigo sufriéndolo. Pero también he visto y veo lo que hay al otro lado. Una vida mucho menos pesada, más abierta al genuino y profundo disfrute:
Por un día, una semana, un mes, un año…
O mejor, por el resto de tu vida.
Pon atención a los parásitos emocionales que tienes alrededor.
Busca los dementores de tu vida.
Aquellos que te absorben el alma cuando estás cerca de ellos.
Aquellas interacciones de las que sales con menos energía que con la que entraste.
Tal vez les llamas amigos, familia…
De hecho, probablemente.
Bien.
Ahora que los ves, ya sabes lo que tienes que hacer.
Porque, en realidad, ya sabes lo que hay que hacer con las sanguijuelas.
CORTA ESE COMPORTAMIENTO.
¿Qué es lo que te frena?
Lealtad, pena, miedo…
Eres mucho más que todo eso.
Haz lo que necesitas para que dejen de chuparte energía.
Te lo debes.
Si su demanda sigue siendo la misma, ya tienes tu confirmación.
La sanguijuela necesita tu sangre para vivir y quiere seguir chupando.
Arráncala.
Tampoco subestimes la capacidad transformadora de los demás.
¿O es que acaso te sientes bien en tu condescendencia de segundo orden enmascarada como buenismo?
El que te respeta, el que te quiere, el que prioriza vuestra relación, te escuchará. Se responsabilizará y tratará de hacerlo mejor.
Sea como sea, enhorabuena, has mejorado tus relaciones.
Mándaselo a quien necesite escucharlo.
Te quiero.
Urtats